Esta historia me ha llegado directo al corazón.
Es una historia real de una mujer que se lesionó gravemente cuando cayó por un barranco en Utah, EEUU. Por suerte llevaba consigo a su mejor amigo, su perro Taz.
Ella no podía creer que su perro iba a ser capaz de salvarla – pero Taz era un perro inteligente y sabía perfectamente lo que debía hacer.
Danelle Ballengee estaba fuera corriendo en una zona montañosa del estado de Utah en EEUU junto con su perro de tres años, Taz. Era un día muy frío, perfecto para salir y entrenar.
¡Era un peligroso sitio para correr!
Danelle corría por un sitio muy hermoso, lleno de profundos valles y laderas de montaña. Los ríos habían formado un precioso paisaje con cañones de bastante profundidad, a veces incluso de cientos de metros de profundidad. Hermoso pero al mismo tiempo peligroso.
De repente Danelle se tropezó y se cayó por una pendiente de más de 20 metros. Aterrizó sobre sus pies en un rellano. Danelle era fuerte y en un principio pensó que no era tan grave. Se llevó las manos a las piernas y respiró. Al menos parecía que no se había quedado paralítica. Miró a su alrededor y se dio cuenta de la profundidad. Subir de nuevo le iba a llevar mucho tiempo.
Pero pronto se percató de que no podía mantenerse en pie.
Danielle se había roto la pelvis con la caída y no podía utilizar las piernas.
Taz estaba arriba y Danelle estaba sola y aterrorizada. Tenía mucho dolor y las montañas formaban un enorme muro a su alrededor.
Solo podía arrastrarse hacía adelante.
Ella sabía que debía salir de ahí lo antes posible porque era invierno y hacía frío. Pero no podía ni levantarse ni andar, de manera que comenzó a arrastrarse hacia adelante.
Cada movimiento por mínimo que fuera producía dolor. Al menos podía utilizar su rodilla derecha para empujarse. Pero después de cinco horas solo había podido desplazarse unos cuantos metros. Danielle se dio cuenta de que nunca podría salir de ese lugar sin ayuda. Pero la civilización no estaba muy cerca de ese lugar deshabitado y nadie podría oírla aunque gritara.
Se echó de espaldas y bebió la última gota de agua que le quedaba en la botella. Se enrolló las manos en sus muslos para calentarlas. A su derecha había una pequeño reguero de agua y pudo alargar la mano para llenar la botella. Poco le importaba si el agua tenía bacterias.
Taz le proporcionó calor.
Taz encontró finalmente a Danielle y ésta se sintió más tranquila en su compañía. El perro se echó a su lado y pudo proporcionarle un poco de calor.
Se iba haciendo de noche y el frío aumentaba. Danielle trató de bajar y subir la cabeza para hacer ejercicio y calentarse. Cuando ya no podía moverse más, se quedó quieta mirando las estrellas.
Nunca antes había visto tantas estrellas.
Al despertarse al día siguiente vio que Taz seguía echado a su lado jugando con un palo. Comenzó a gritar otra vez pidiendo ayuda, esperando que quizás alguien pasará por ahí y la oyera. Cuando volvió a mirar Taz había desaparecido.
Una hora después estaba de vuelta. Danelle se dio cuenta de que Taz quizá sería su única ayuda. Entonces se volvió hacia él y trató de hablar con él para que entendiera: » Taz, estoy herida y necesito ayuda. ¿Puedes buscar ayuda?
El perro desapareció de nuevo y Danielle se quedó sola una vez más. No sabía si Taz iba a volver esta vez. Se dijo a sí misma que era idiota. Taz era un perro, solo un perro y que no lo iba a entender.
Taz volvió con su dueña
Volvió la oscuridad y Taz regresó solo. No era un perro mágico que podía traer ayuda. Pero Danielle estaba contenta de tenerle a su lado y de obtener un poco de calor.
Habían pasado dos días con sus noches desde que Danelle había salido a correr. Como Taz había tardado en volver, creía que la había abandonado.
Los amigos de Danielle habían empezado a preocuparse y habían denunciado su desaparición. Algunas personas habían salido en su búsqueda y habían encontrado su coche. Pero Danielle no estaba cerca del coche. Bego Gerhart formaba parte del equipo que la buscaba.
Y éste había encontrado a Taz.
Sabía que tenía que confiar en los perros, puesto que ellos saben mucho. Taz no quería que le ataran y Bego decidió dejarle libre y seguirle hacía donde le condujera.
Y un instante después vio a Danielle abajo en el barranco. Tax volvió junto a Danielle tan pronto como se dio cuenta de que las personas le habían visto y de que le seguían hasta donde se encontraba su ama.
”Eres un maravilloso perro” dijo Bego cuando finalmente llegó hasta donde se encontraba Danielle.
Las fotografías de arriba son una reconstrucción del suceso. Las dos fotos de abajo son reales y fueron tomadas durante el rescate. Más abajo podrás ver una entrevista con Danielle.
¡Que fantástico comportamiento él de Taz! Sabía perfectamente lo que debía hacer, dándole calor a su dueña hasta que encontró ayuda.
¡Que haríamos si no tuviéramos a nuestros inteligentes perros!
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