El instinto maternal es tremendamente fuerte en las personas y en los animales. No es necesario ser madre para sentirlo.
A la gallina Mabel le es suficiente ver que otros pequeños necesitan de sus cuidados.
A primera vista Mabel parece una gallina como otra cualquiera. Pero no es así, ella es muy especial.
Comenzó su vida en una estrecha caja, como cualquier otra gallina. Iba a ser sacrificada para terminar en un plato de comida y su vida no hubiera tenido más interés.
Pero Mabel tuvo muchísima suerte. Edward y Ros Tate la adoptaron y la llevaron a su granja en Shrewsbury, Inglaterra.
Edward y Ros nunca pensaron en matar a Mabel. La querían como animal de compañía, sin meterla en una estrecha jaula.
Pero desgraciadamente Mabel sufrió por casualidad un accidente justo después de haberse mudado a la granja. Un caballo la pisó y Mabel sufrió una incómoda herida en una pata. Puede andar sin problemas pero la pata se congela fácilmente en el invierno cuando hace frío.
Edward y Ros decidieron meterla en casa en los periodos más frios.
Al mismo tiempo su perra Nettle había tenido cachorros. Mabel miraba curiosa a las crías y parecía estar muy interesada.
Miraba detalladamente a Nettle como cuidaba a sus cachorros. Y en un momento en el que Nettle se fue un instante, aprovechó Mabel para acercarse a los cachorros, echarse encima y ofrecerles su calor y apoyo.
Ella hizo precisamente como las gallinas hacen al poner sus huevos o cuando tienen a sus pollitos para protegerles.
Edward cuenta a Daily Mail que Mabel continua cuidando a los cachorros cada vez que Nellte se ausenta un momento.
A pesar de la diferencia tiene un instinto maternal hacia los cachorros, y además sus cuerpos calientes le ayudan a mantener caliente su pata.
¡Que historia más maravillosa! Los animales son tan inteligentes y comprensibles – incluso las gallinas.
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