Nacer pequeño en un mundo tan grande es un reto. Nacer diferente en un mundo en el que se rechaza lo diferente, es un reto aún mayor.
Este perrito pitbull que nació pequeñísimo, labio leporino y paladar hendido. Su salud no es precisamente de hierro, pero su voluntad sí.
Os presentamos a Sasha, el perrito que nació diferente y está decidido a crecer fuerte.
Sasha nació en septiembre y es, posiblemente, uno de los perros pitbull más pequeñitos del mundo.
Nació además labio leporino y paladar hendido, pero posa orgullosa y así de linda posa para frente a la cámara.
Marie DeMarco trabaja en la organización FURRR 911, dice que la pequeña Sasha es su cachorro milagro, por todo lo que ha superado en su corta pero intensa vida.
«Está desafiando todas los pronósticos. Ha demostrado que quiere estar aquí», cuenta Marie a The Dodo.
Pero estaba claro que Sasha, y sus hermanos, necesitaban ayuda especializada. Así que sus cuidadores decidieron acudir a Courtney Bellew, directora de SNARR Animal Rescue Northeast, un grupo de rescate con sede en Nueva York especializado en perros con necesidades especiales.
Sasha no podía mamar y vieron que tendría que ser alimentada por sonda. Marie, enfermera con experiencia con animalitos neonatos, se encargaría de que estuviese bien alimentada.
Marie notó que, además de tener labio leporino y paladar hendido, notó que la cabeza parecía demasiado grande comparada con su pequeño cuerpo. Tras analizarla, el veterinario confirmó que Sasha, una acumulación de líquido cefalorraquídeo en el cráneo, lo que se conoce como hidrocefalia. Su cerebro es sólo un tercio del tamaño que debería ser.
Pero siguió luchando
Sasha sufrió también una infección respiratoria, una infección urinaria y problemas en las patas. Aún así seguía luchando.
«Tiene una voluntad de hierro. Con todo lo que le ha ocurrido, lo normal es que ya no estuviese entre nosotros», cuenta Marie.
Sasha necesita someterse a unas operaciones para poder comer, pero es aún demasiado pequeña para poder someterse a una intervención quirúrgica.
La pequeña Sasha no tiene su inteligencia tan desarrollada como otros perros de su edad, pero sigue luchando y recibiendo mucho amor. Marie le da toda la atención y cuidados que necesita. Le da de comer cada tres o cuatro horas durante el día y cada cinco horas durante la noche.
En el hogar en el que se encuentra, disfruta además de la compañía de gatitos de los que se ha hecho amiga.
Aún es pronto para saber cómo puede evolucionar, pero lo que está claro es que tanto ella como sus cuidadoras no se van a dar por vencidas, y yo estoy segura de que tiene un futuro prometedor. ¡Comparte su historia para apoyarla!